Con profunda emoción y gratitud, la familia marista de Los Andes despidió a Luis Madariaga Sánchez – Luchito -, ejemplar funcionario que prestó servicios en su rol de auxiliar por más de cuarenta años en el colegio.

Tras su deceso, la familia quiso realizar su velatorio en su casa para luego ser trasladado hasta el Instituto Chacabuco el día domingo 26 de noviembre a las 8.30 hrs.. En el Gimnasio N° 1 se realizó un homenaje póstumo constituido por canciones, oraciones, guardias sucesivas de representantes de los estamentos colegiales y Misa de difunto concelebrada por el Capellán del colegio, Padre Alberto Requenez y el Párroco de la Asunción, Padre Gerardo Herrera. Misa muy emotiva con el inevitable recuerdo del rol de acólito que durante años realizó Luchito en diferentes celebraciones litúrgicas colegiales.

Tras los oficios religiosos, fue el momento de la ceremonia de despedida que comenzó con las palabras de afecto y gratitud de una sobrina de Luis Madariaga. Luego, a nombre del estudiantado marista, intervino Catalina Villegas, Presidenta del CAMLA, quien destacó el cariño y preocupación que Luchito manifestó siempre por los alumnos y alumnas del colegio, sobre todo cuando le correspondía supervisar la salida y arribo de los buses al Estadio Marista. Posteriormente, en representación del Centro de Ex Alumnos, hizo uso de la palabra el profesor Raúl Cacciuttolo, quien visiblemente emocionado reconoció el nexo afectivo que siempre unió a Luis con el deporte y con los ex alumnos – muchos de los cuales conoció siendo estudiantes – y específicamente con la banda de Guerra. Los padres y apoderados fueron representados por la sra. Adriana Ortega, integrante del Directorio del Centro, quien enfatizó la actitud protectora que Luis Madariaga ofreció a los alumnos y alumnas maristas durante su vida en la institución. Finalmente, hizo uso de la palabra el rector del colegio, profesor Claudio Castillo Faúndez, quien resaltó la condición de marista de Luis Madariaga, destacando en él su profundo compromiso con la institución, su abnegada presencia en el colegio por espacio de cuarenta años y su inigualable adhesión al Instituto Chacabuco, lugar que convirtió en su casa, en su hogar.

Entre aplausos, y encabezado por los Estandarte colegiales – los mismos que él guardaba y cuidaba con devoción – el cortejo fúnebre abandonó el Gimnasio para encontrarse en el patio con el homenaje de la banda de Guerra de sus queridos ex alumnos. Los sones de las cajas y demás instrumentos marcaron la despedida de quien fuera un permanente colaborador de la banda, primero de alumnos y ahora de ex alumnos, con incorporaciones de actuales estudiantes. “¿Y ahora quien llevará la guaripola de repuesto en los desfile?” – preguntaba un pequeño integrante de la Banda, como síntesis de lo que significó la vinculación de Luchito con esta agrupación marista.

En las puertas del colegio, en el mismo sitio donde él solía ordenar la salida de los buses al estadio, Luchito fue entregado a la familia para que fuera conducido a su última morada en el Cementerio Parroquial de su querido San Esteban.

Texto:
Prof. Igor Garrido L.

Fotografías - Área Audiovisual 
Fernanda Riquelme M1B