Los lindos paisajes, la montaña, la cordillera, las quebradas, el estero y la vegetación invitaban a avanzar y caminar hasta alcanzar la meta. Después de la larga y agotadora caminata la comisión cocina tenía preparada una gran y contundente “tallarinata” para recuperar las energías, algunos de los presentes señalaron que los cocineros utilizaron especias traídas desde oriente. Finalizada la degustación y luego de felicitar efusivamente a los cocineros y cocineras, vino un momento de relajo y descanso. Retomadas las fuerzas, se realizaron exploraciones y paseos por los alrededores, al más puro estilo “Indiana Jones” y “Cocodrilo Dundee”, por ende, no faltaron las acrobacias y el equilibrismo, pero algunos tuvieron la mala fortuna de caer a las “temperadas” aguas del estero Pocuro. También quedó abierto un concurso de fotografía para todos aquellos que llevaron sus cámaras digitales y de video.

La sobremesa fue tan larga como la caminata y se compartieron los postres, el café, el te, el vino, las anécdotas, en definitiva una muy buena conversación. Al final la vuelta se hizo más llevadera, y la despedida fue con largos abrazos, después de una tarde inolvidable. Gracias a Dios el paseo de los séptimos básicos fue sin contratiempos y sin situaciones graves que lamentar.