La familia marista despide a este notable grupo de jóvenes que alguna vez, hace algunos años, seguramente acompañados de sus padres, decidieron iniciar su senda formativa en las aulas centenarias del Colegio Marista de Los Andes. Paulatinamente comenzaron a conocer el rostro y las palabras de Marcelino Champagnat, el amor de la Buena Madre y la obra indeleble de los Hermanos Maristas en Aconcagua.
Cada generación comparte la una porción de la luz centenaria del Colegio Marista de Los Andes, la luz del conocimiento transmitida a quien lo precise, la luz de la solidaridad para colaborar con el que lo necesita, la luz del amor para compartirlo con el prójimo, la luz de la esperanza de un mañana más hermano, más trascedente.
Que sea la luz de un colegio centenario, y que a través de ella todos ustedes – estimados jóvenes que han egresado – compartan los sueños, las ilusiones, los anhelos, las oraciones…de todos quienes alguna vez fueron también alumnos y alumnas del glorioso Instituto Chacabuco de Los Andes.